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chozos nuevos: Albergue "las Cabezas" en Montijo |
la historia de los nadie
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1º) Chozo de monte: Es el más primitivo y el que más peligro corre de desaparecer por los materiales que utiliza. Como ya dijimos, está formado por grandes ramas curvas de encina de hasta 2,5 y 4 metros (pernás) con las que se forma una estructura desde el suelo. Después se cruzarán las latas, que son varas mas finas y que se colocan horizontalmente. Una vez hecha la estructura, como si fuese una jaula de perdigones, se le pone el monte (escoba, junco, etc) atándolo a la estructura de palos. Al tener tanta pendiente y un tomo vegetal de más de 40 cm, el agua no penetra dentro. Este es uno de los tipos más bonitos que tenemos, quizás por su fragilidad aparente, pero que, repito, está en franca decadencia, pudiéndose contar con los dedos de la mano los que quedan en pie en la zona de Alburquerque. En Membrío, por ejemplo, ya no quedan, según me comentaron algunos vecinos que entrevisté el día de los Santos.
2º) Chozo de horma: Es en la comarca de los más abundantes, aunque fueron perdiendo terreno y cediéndolo a los que se les puso, en el techo, teja (y del que hablaremos en el punto siguiente). Quizás este tipo es el que tenemos en la mente cuando oímos la palabra chozo. Tal vez por que ha sido uno de los más habituales y son todavía relativamente fáciles de ver en muchas fincas y campos.
Su construcción se realiza haciendo un cercado circular de piedra o adobe, de no más de 1,60 metros de alto. Una vez que se realizaba el muro, se montaba una estructura cónica de palos, que se cubría también con monte. En la mayoría de los casos no tiene más vanos que la entrada.
chozo de teja a dos aguas con chimenea, finca huerto del Cespe, Alburquerque3º) Chozo de teja: El de horma tiene la desventaja de que hay que echar una capa de monte cada dos años, por lo tanto tiene un mantenimiento mayor, obviamente. Por eso se le dio una vuelta más a la tuerca, poniéndole teja en vez de escoba o junco.
La cubierta se resuelve normalmente a una o dos aguas, dependiendo del diámetro de la circunferencia del chozo; si es mayor, necesita 2 aguas.Una vez que se ponen los palos (actualmente, con frecuencia, reutilizados de las obras), o bien se ponía tabla, como es habitual en nuestras casas tradicionales, o también ramas de retama, entre otras soluciones. Una vez que se cerraba así el tejado, se procedía a poner la teja árabe, con la misma técnica que se utiliza para las cubiertas de las casas.
chozo de boveda, calleja del cementerio, Alburquerque.
4º) Chozo de bóveda: En nuestra Comarca es el menos habitual, pero hay algunos preciosos ejemplos de ello. Al igual que los anteriores de horma, tiene un muro circular que delimita el espacio del chozo y, en este caso, utiliza el ladrillo bovedero para cerrar su cubierta, usando normalmente un tipo de bóveda que se llama de media naranja o media esfera, aunque a veces se pueden encontrar otros tipos de bóveda.
En casi todos los casos, incluido esta última tipología, los chozos aparecen encalados, o estuvieron en su momento, incluso con zócalos de colores, tarea que recaía habitualmente en las mujeres.
En Extremadura, además de los tipos que he descrito aquí, también hay otros dos tipos más: el chozo de pastor o de bálago de centeno, que es habitual en la zona de la Serena, entre otras, y el de falsa cúpula de piedra, que está realizado enteramente de piedra, realizando la cubierta con piedras escogidas a medida para, aproximando hileras, ir cerrando el techo de la misma. De ellos hablaremos en otro articulo.
Estos lugares, muy modestos, estarían realizados posiblemente con materiales que tendrían a su alcance, tales como ramas, barro y piedras, dependiendo de los lugares en los que se encontrasen y aprovechando huecos o accidentes del terreno, tales como abrigos.
Imagen ideal de Viollet-le-Duc sobre primeras viviendas,
apreciese el parecido con la estructura de los chozos de monte
De este tipo de construcciones rudimentarias, más parecidas a nidos que a chozas, serían las primeras usadas por la especie humana y de ellas, lógicamente, no han quedado restos por la propia naturaleza de los materiales que se utilizaron. Con el tiempo estos espacios-nido, que serían parecidos a los que actualmente hacen todavía algunos primates e incluso aves, pasaríamos a una etapa en la que se podrían utilizar ramas grandes de encina u otros árboles, que cayeran por su propio peso y que, acumulando material vegetal alrededor de ellas, darían como resultado un habitáculo parecido a las cabañas que de niños hacíamos, sin necesidad de herramientas ni habilidad especial. Con esta técnica conviviría también el aprovechamiento de cuevas y abrigos montañosos, cuya entrada podría protegerse, además, con pequeñas hiladas de piedra. Esto sería, probablemente, lo dominante en el Paleolítico.
Pero será más tarde cuando llegue la Arquitectura, puesto que ya se utilizarían técnicas más complejas y se necesitarían cierta destreza y planificación, transformando, además, en cierto modo, el aspecto del territorio.
Quizás una de las habitaciones más antiguas sería algo muy parecido a lo que llamamos aquí chozo de monte, que consistiría en la creación de un armazón de ramas grandes de encina (pernás) en la que, después de crear un entramado a modo de jaula de perdigones con ramas más finas (latas), ya sólo les quedaría ir agolpando y atando con fibras vegetales (sacadas del torvisco, por ejemplo), grandes haces de monte (escoba, junco, bayón, etc). Este tipo de viviendas posiblemente conviviría con otras que, como hemos dicho antes, utilizaría cuevas, huecos y refugios en las rocas. Quizás todo esto pudo suceder, con mucho margen de error, entre hace 12.000 y 10.000 años.
"choço de monte" de los hnos Espino, Alburquerque
Tiempo después, y como evolución posible y lógica, se pasó al chozo de horma, pues este presenta varias ventajas sobre el anterior: en primer lugar no deja penetrar el viento frío en el invierno que a la altura de las camas y bancos enfriarían los cuerpos de sus habitantes. Otra razón igual de prosaica y necesaria fue que el ganado y animales silvestres no penetran y destrozaran el monte por sus zonas inferiores, aun poniendo “bardos” para “defenderse” de las agresiones de los animales. Por último e importante también es la necesidad de separar de la humedad del suelo la estructura que soporta la techumbre, necesitando de este modo solo pequeñas reparaciones cada dos años aproximadamente, así como troncos más pequeños. Otra ventaja que me han dicho algunos informantes es que ganaban más altura y así se podía hacer un fuego más grande.
"choço de horma", finca Los Salones, dehesa comunal de Alburquerque
Esto pudo ocurrir posiblemente cuando nuestros ancestros se hicieron ya mucho más sedentarios y podían permitirse crear estructuras más duraderas y complejas. Esto sucede en el Neolítico (sobre 4500 y 3500 años, aproximadamente, a.n.e.). Así lo atestiguan los restos arqueológicos de chozos que se han encontrado en Extremadura, como, por ejemplo, en Palacio Quemado (Alange), o los poblados fortificados de San Blas (Cheles), Cabrerizas (Cáceres), etc. Estos hallazgos dan como resultado una posible antigüedad de los chozos de horma mayor de la que se creía, pues hasta no hace mucho se decía que fueron introducidos por los Celtas. Eso no parece posible, ya que no llegaron a la península hasta el primer milenio a.n.e. Por otra parte, tampoco explicaría esta dependencia entre migraciones celtas y difusión del chozo de horma cómo son posibles construcciones circulares en los Andes bolivianos como las que aún construye la nación Chipaya. Aquí la defensa a ultranza del difusionismo cultural, una desconfianza hacia las capacidades de nuestras poblaciones originarias y una sobrevaloración de la cultura céltica, han permitido mantener ese falso mito aún en nuestros días.